En Kenia, como en la mayor parte de los países africanos, el crecimiento demográfico, los cambios climáticos y la urbanización tienen un impacto a menudo dramático en la calidad del agua y en la higiene, que son las primeras causas de enfermedad. En Kenia, la malaria se lleva 26000 niños por año y el cólera es endémico. Cuando llega la estación seca, la tentación de consumir agua estancada se vuelve irresistible.